15 de septiembre de 2023
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¿Eres inteligente emocionalmente hablando? Puede que nunca te lo hayas planteado, pero, si estás leyendo este post, es porque algo en el concepto de “inteligencia emocional” ha llamado tu atención. A lo mejor es porque de aquí a hace unos años, las palabras inteligencia y emoción, no casaban bien en la misma frase, y esto, sustentado en prejuicios infundados sobre la debilidad y falta de racionalidad de las personas expresivas o sensibles, haya generado la idea colectiva de que los sentimientos son excluyentes de la lucidez.
Pues bien, hemos venido a desmontar este mito y a deciros que sí, que se puede ser empático, sensible y emocionalmente inteligente, y que, además, trabajar estas cualidades te ayudarán mucho en tu carrera profesional. ¡Sigue leyendo para saber cómo aplicar la inteligencia emocional en la empresa!
A menudo, se confunde el hecho de reprimir emociones o no exteriorizarlas, con ser inteligente emocionalmente, pero, nada más lejos de la realidad, reprimir emociones nunca es buena idea, y a lo que debemos aprender, es a gestionarlas en nuestro beneficio. Por ejemplo, ante una situación conflictiva entre dos compañeros de trabajo con intereses diferentes, se considerará más asertivo y resiliente el que mejor exprese su opinión, respetando al contrincante, pero sin adoptar una postura sumisa y siempre con la intención de terminar en un win to win.
Sin embargo, no siempre las disputas se resuelven de manera beneficiosa para ambas partes, y nos encontraremos con la obligación de adaptarnos y acatar decisiones. Es en este momento, cuando la inteligencia emocional debe aflorar. Si nos centramos en el entorno empresarial, una persona será emocionalmente inteligente cuando no se deja llevar descontroladamente por sus emociones, cuando es capaz de pensar antes de actuar y cuando ejecuta en pos de su objetivo profesional. Para ello, mantener la calma, trabajar las habilidades sociales y practicar la escucha activa es esencial.
Autoconciencia: fomenta la autoevaluación y saca tiempo en tu rutina para la reflexión personal. Para eso, realiza un autoanálisis sobre tus propias emociones, fortalezas y áreas de mejora.
Escucha activa: presta atención a lo que dicen tus compañeros, colegas, clientes y superiores, mostrando interés y empatía hacia sus preocupaciones y emociones.
Autocontrol emocional: aprende a manejar tus emociones de manera efectiva en situaciones laborales desafiantes, evitando reacciones impulsivas y tomando decisiones más racionales.
Comunicación asertiva: expresa tus pensamientos, sentimientos y opiniones de manera clara, respetuosa y directa, promoviendo una comunicación abierta y constructiva en el entorno laboral.
Empatía: cultiva la capacidad de comprender y compartir las emociones de los demás, reconociendo sus perspectivas y mostrando un interés genuino por sus necesidades y preocupaciones.
Trabajo en equipo: fomenta un ambiente de colaboración y apoyo mutuo, reconociendo y valorando las contribuciones de cada miembro del equipo.
Resolución de conflictos: desarrolla habilidades para abordar los conflictos de manera constructiva, buscando soluciones efectivas para todos y promoviendo la comunicación abierta al entendimiento mutuo.
Flexibilidad y adaptabilidad: aprende a adaptarte a los cambios y situaciones imprevistas de manera flexible.
Motivación: cultiva una mentalidad positiva y orientada a metas, estableciendo objetivos desafiantes pero alcanzables, y buscando la motivación interna para lograrlos.
Al igual que para los empleados de una empresa es muy importante ser emocionalmente inteligentes, para un líder lo es aún más, ya que, no es tarea fácil la de tomar decisiones, gestionar intereses y valorar el trabajo de los demás.
Para una gestión eficiente del liderazgo, se debe alcanzar el equilibrio entre la empatía y la firmeza, la disciplina y la flexibilidad, la visión humana y la corporativa. Así, las cualidades que el buen jefe debe tener relacionadas con la inteligencia emocional en la empresa son: la empatía, la capacidad para motivar al equipo, la autoconciencia y autocrítica, la humildad, ser autodidacta, la determinación, la seguridad, el carisma y saber cómo activar el pensamiento racional para actuar de forma objetiva frente a una encrucijada en la que también intervienen factores emocionales
En conclusión, creando un entorno de trabajo en el que se fomente la inteligencia emocional y se apoye al crecimiento y al bienestar de los empleados, tanto la producción como la reputación de la organización se verán beneficiadas.
¿Tienes curiosidad por saber más sobre las cualidades que te convierten en emocionalmente inteligente y sobre cómo trabajarlas? Sigue explorando el blog de Educa.Pro y continúa con tu desarrollo profesional.